“Un cristiano es libre, dueño y señor de todas las cosas y no está sometido a nadie. Un cristiano es un esclavo sujeto a prestación personal en todas las cosas y está sometido a todos” Martín Lutero. 1520

lunes, 25 de febrero de 2013

Lo que hace el dinero.



Lo cortés no quita lo valiente y hay que reconocer el acierto ajeno lo tenga quien lo tenga. Y lo ha tenido el obispo católico de Getafe cuando ha advertido de los peligros que entraña la construcción del futuro Eurovegas dentro de la Comunidad de Madrid. No ha tenido reparo en decir que el futuro complejo de juego tiene una fachada atractiva, pero con un contenido de podredumbre. Vamos, algo parecido a los sepulcros blanqueados de los que habla el Evangelio.

Sorprendentemente un político del partido que más se suele apoyar en la iglesia católica cuando se trata de asuntos como la familia, el aborto, etc. ha expresado que el obispo opine sobre los temas que le competen y no éste. Y no queda sino responder que si los peligros morales que pueden venir de promover el juego y todo lo que lo rodena no es competencia del obispo, que se explique qué lo debes ser.
Es evidente que nada como el dinero para cambiar voluntades, morales y actitudes. Ya un antiguo alcalde de la Coruña, que curiosamente acabó de embajador en el Vaticano, permitió la instalación de un gran casino en su ciudad, llevando a la ruina a numerosas familias pero no a numerosas redes de prostitución que vieron ahí su gran negocio. Más curiosamente aún el ex alcalde pertenece al partido que en Madrid se opone a Eurovegas.

Y es que ya dije que nada como el dinero para cambiar lo que haya que cambiar. Recuerdo el caso que sucedió sobre 1.900. La iglesia católica protestó porque se nombraba a los huracanes más destructores del Caribe con el nombre del santo del día en que se originaban.
Había que cambiar de método. El meteorólogo Clement Wragge enfureció a los políticos corruptos porque tuvo lo humorada de utilizar sus nombres para bautizar a estos huracanes.  Se tuvo que abandonar la práctica ante la amenaza de demandas multimillonarias.

Más tarde en EE.UU. se comenzó a nombrar a estos tornados con nombres femeninos, pero pronto las organizaciones feministas montaron en cólera y también se tuvo que dejar la práctica por el mismo motivo.
Pero entonces alguien, sin duda buen conocedor de la naturaleza humana,  dio con la clave en la Organización Meteorológica Mundial. La organización comenzó a ofrecer a todo el público la oportunidad de ponerle su nombre a un huracán. Las solicitudes comenzaron a llegar inmediatamente.
Curiosamente se empleó el sistema como modo de hacer regalo de cumpleaños, y como en las comunidades católicas aún persiste la costumbre de nombrar a los recién nacidos por el santo del día, al final muchos huracanes acaban siendo llamados como el santo del día en que comienzan. Y además generan dinero para los científicos.

Paradojas del capitalismo y la mentalidad humana.