“Un cristiano es libre, dueño y señor de todas las cosas y no está sometido a nadie. Un cristiano es un esclavo sujeto a prestación personal en todas las cosas y está sometido a todos” Martín Lutero. 1520

martes, 20 de abril de 2010

Culebras.

En algunas iglesias de la América profunda existe la práctica de agarrar serpientes venenosas, colocársela sobre los hombros, acercársela a los ojos, etc.

Los que realizan tan peligrosa manipulación se basan en Marcos 16:17,18, cuando menciona “Con las manos tomarán serpientes”.

Muchas versiones, entre ellas la famosa Reina Valera 1.960 incluyen estos versículos, pero otras como la Reina Valera Actualizada, la Versión Popular y la Nueva Versión Internacional lo han excluido, pues argumentan que estos versículos no se hallan en la mayoría de los manuscritos más antiguos del evangelio de Marcos.

Visto lo visto, mucho me temo que tendré que revisar las diversas versiones que poseo para ver si algún día paseando por el campo me encuentro con alguna “bicha” puedo estrecharla en mis brazos con total confianza o más me vale poner pies en polvorosa.

sábado, 10 de abril de 2010

El diablo.

Caminando un día por el campo, me encontré con un anciano que volvía al pueblo tras darse un buen paseo.

Como suele suceder en estos casos, acabamos hablando de todo lo humano y lo divino.

En este último campo surgió el asunto acerca de lo que Dios nos pide para concedernos su salvación.

Se mostró muy extrañado cuando le manifesté mi firme creencia acerca de la suficiencia de la fe para ser salvo, sin que tuvieran ningún mérito las buenas obras.

El buen hombre suspiró satisfecho y manifestó su alivió, ya que él creía firmemente en la existencia de Dios.

Le maticé que lo que Dios nos pedía no era exactamente creer en su existencia, sino nuestra confianza en Él, dejándonos en sus manos y sometiéndonos a Su voluntad. Le puse como ejemplo el consabido caso del Diablo y los demonios, los cuales sin duda creen firmemente en la existencia de Dios y no por ello dejan de ser el Diablo y sus demonios.

No contestó al momento, reflexionó unos instantes y exclamó totalmente convencido:

-Pues debe ser que en el fondo el Diablo no es tan malo.