“Un cristiano es libre, dueño y señor de todas las cosas y no está sometido a nadie. Un cristiano es un esclavo sujeto a prestación personal en todas las cosas y está sometido a todos” Martín Lutero. 1520

martes, 30 de marzo de 2010

Colaboradores de fiar.

Para que luego se diga que no es necesaria una constante revisión de los textos bíblicos de que disponemos.

En Camerún existen varias lenguas nativas, muchas de ellas sin literatura escrita alguna. En 1.983 se publicó una versión en lengua fulfulde. Para hacer aquella versión y ante la dificultad de la tarea, los misioneros encargados de la traducción emplearon a personas que hablaban tan difícil idioma, muchos de los cuales eran musulmanes.

Es fácil pensar el tipo de errores a que se pudo llegar. En Deuteronomio 18:15, la palabra profeta, que se tenía que haber traducido como annabiijo (profeta religioso), fue traducido como annaboojo (un profeta pagano), ya que a quien se pidió su opinión era musulmán y creía firmemente que aquel profeta era tal.

Así que es obvio que urge una nueva traducción cuanto antes y echando mano de colaboradores más o menos afines, que luego pasa lo que pasa.

viernes, 19 de marzo de 2010

Tengo entendido que la iglesia ortodoxa griega en sus ceremonias y actos litúrgicos también practica la lectio divina, así que en la bella isla de Creta, perteneciente a Grecia, tarde o temprano se ha de llegar a Tito 1:13 y me imagino la cara y actitud del pope y sus feligreses cuando haya de leer solenmemente:
"Los cretenses, siempre mentirosos, malas bestias, glotones ociosos". Vaya un trago.

jueves, 11 de marzo de 2010

Doctrina contenida en el comentario al Magnificat de Martín Lutero.

Imposible entender correctamente la Palabra de Dios si no es a través de la propia experiencia, y es que es el Espíritu Santo el que instruye mediante la experiencia.

Dios encuentra al caído y humillado y baja a su encuentro.

Por su naturaleza pecaminosa el hombre es altivo y pretende ascender hacia Dios. Algo imposible, pues Dios quiere que el hombre confíe plenamente en Él y se le entregue para que entonces El descienda hasta el pecador, pero sin que el ser humano pueda ofrecer a cambio obras o méritos. Sólo la fe proporciona paz y salvación, y por ella seremos santificados en cuerpo, alma y espíritu.

Pero se trata de una fe en el poder real de Dios, que actúa en otros y en nosotros mismos, viéndole capaz de transformarnos y realizar grandes cosas en nosotros, lo cual nos trae gozo y consuelo.

Cuando existe verdadera fe todo nuestro ser se siente impulsado hacia Dios y a alabarle y glorificarle con todo el alma, no por los beneficios obtenidos ni pensando somos merecedores legítimos de ellos. Por ello debemos sentir amor por Dios sin tener en cuenta nuestro interés.

De ello se deduce que el encontrarse con dificultades, menosprecios y humillados no es señal de no tener el favor de Dios, al contrario, sería muestra de contar con la Gracia de Dios.

Teniendo en cuenta que para nuestra salvación no nos sirven de nada las buenas obras, menos aún nos aprovecharán las del prójimo, que son igual de inútiles.

Lo importante no son nuestras obras, sino nuestra confianza en las obras que Dios ha hecho y hace en nosotros.

Es válido y legítimo el orar unos por otros, pero eso no puede significar el abandonarse y confiar en esas plegarias, porque en ese caso no servirían de nada, pero primero hemos de vigilar por nosotros mismo y después por los demás.

Ante todo tenemos que agradecer a Dios el que preste nuestra atención en nosotros, el que el Espíritu Santo actúe en nosotros y sin ningún mérito por nuestra parte nos lleve a la fe, cuando hay tantos con quien no hace lo mismo.

Tras ello debemos agradecer con sencillez y sinceridad los dones y bienes con que nos dota sin merecimiento alguno por nuestra parte, ya que Dios es todopoderoso y todas las criaturas nada pueden, ni para ellas ni para otras.

El hombre es incapaz por su propia condición de conocer a Dios mismo en su totalidad, pero se nos invita a conocerlo a través de sus obras y maravillas.
Dios hace sobre los hombres seis tipos de obras.

La misericordia con los que se hacen pobres de espíritu, sin creerse dignos de nada y saben que lo que tienen es por pura Gracia de Dios.

La destrucción del orgullo espiritual. Dios hace que los buenos se vean impotentes llegando a pensar que no tienen nada que hacer para que cuando cese esa fuerza limitadora, el que se ha visto limitado pueda actuar con plena potencia y eficacia. De tal manera que el sujeto es consciente de que esa liberación y fuerza sólo pueden provenir de Dios.

La humillación de los poderosos. Aunque permite a los que tienen poder ejercer su tiranía y su despotismo durante un tiempo, finalmente los desbarata y depone de su situación de superioridad, siendo repuestos los oprimidos. Ninguna situación de injusticia se le escapa a Dios.

Elevación de los pequeños. Dios se fija en los humildes y pobres de espíritu, y que no tienen mayores aspiraciones.

Sacia de bienes a los hambrientos por causa de Dios, pero cuando Él lo estima conveniente, no el hombre.

Deja a los ricos sin sus fortunas, pero cuando Él lo estima conveniente, no el hombre. Él fija el momento en que debe actuar y poner fin a la injusta situación.

Todo lo que es mérito, privilegio y riqueza en el mundo, nada supone ante Dios, que otorga su favor sólo por pura gracia y misericordia.

Dios nos ha dado a su Hijo unigénito, cumpliendo la promesa hecha a Abrahán, por medio del Espíritu Santo, y por el que el mundo se librará de la maldición del pecado cuando confíe en Él y lo reciba por Salvador.

lunes, 1 de marzo de 2010

Religión y Ciencia.

A menudo se dice que religión y ciencia están enfrentadas, pero a veces eso no es cierto, porque incluso llegan a colaborar entre ambas.

Dentro del Islam una de las fiestas principales es la de la Ruptura del Ayuno, la cual se celebra al finalizar el Ramadán.

Dicha fiesta comienza justo en el momento en que se avista la luna nueva, y hasta hora la tradición exigía que en el momento en que un clérigo especialmente determinado divisara la luna, se podía romper el ayuno y comenzar la fiesta.

Pero tanto debe ser el afán por empezar los festejos que últimamente algunos religiosos han aprobado el uso de alta tecnología. Ahora se emplean telescopios de alta definición, equipos de visión nocturna e incluso aviones con aparatos de visión ultrasensible para tal menester.

Cuanto más temprano se vea la Luna, antes empieza la fiesta.

Mal asunto cuando la noche se presente nublada.