“Un cristiano es libre, dueño y señor de todas las cosas y no está sometido a nadie. Un cristiano es un esclavo sujeto a prestación personal en todas las cosas y está sometido a todos” Martín Lutero. 1520

lunes, 30 de junio de 2008

Limpios y no limpios.

Últimamente he vuelto a intentar por enésima vez una de esas lecturas sistemáticas de la Biblia, de tal modo que leyendo los capítulos diarios que se te indican en el plazo de un año has leído la Palabra desde Génesis hasta Apocalipsis.
Ni que decir tiene que a estas alturas la pereza me ha vencido de nuevo y aunque no he dejado su lectura diaria, he vuelto al sistema de saltear los libros, los capítulos y los versículos. Pero en mi avance inicial, y supuestamente imparable, por los primeros capítulos de Génesis me llamo la atención algo contenido en el capítulo 7. En éste se puede ver como Dios le dice a Noé que de todo animal limpio tomará siete parejas, mientras que de los que no son limpios los escogidos serán una sola pareja. 1-0 a favor de los animales limpios. Se podría considerar que los limpios han sido favorecidos. Teniendo en cuenta que ya todas esas parejas, limpias y no limpias se podían dar con un canto en la frente viendo la suerte que habían corrido el resto de sus congéneres.
Más al cabo de los casi doscientos días que pasaron hasta que la tierra se secó, los animales pudieron salir del Arca y entonces de esas siete parejas de cada animal limpio una es destinada al holocausto. 1-1, remontan los no limpios mientras se dispersan por toda la tierra.
Me parece algo ambigua la fortuna de esas parejas sacrificadas y que se me asemejan a aquellos cristianos que gracias a la intervención del Espíritu Santo son llamados a la fe. En ese momento son ampliamente favorecidos y distinguidos sin mérito alguno por su parte. De entre miles y miles ellos han sido escogidos y puestos dentro del redil que da la salvación, pero con el paso del tiempo éstos se van enfriando, su fe se vuelve rutinaria y dejan que el señor del mundo se vaya enseñoreándose de sus vidas, así llega el momento en que el privilegio de la fe les es arrebatado y vuelven a la misma perdición en que se hallaban enfangados.El que ahora mismo disfruta de la fe en la salvación que Cristo le ha traído con su sacrificio que ore por mantenerla, y el que no goce de esa bendición, no ha de dudar en rogar por esa fe salvadora.. Como lo hizo el padre del niño endemoniado en Marcos 9:24 cuando pidió a Cristo que le ayudara en su incredulidad. Yo pido y vuelvo a pedir porque hay mucho en juego.