“Un cristiano es libre, dueño y señor de todas las cosas y no está sometido a nadie. Un cristiano es un esclavo sujeto a prestación personal en todas las cosas y está sometido a todos” Martín Lutero. 1520

martes, 30 de diciembre de 2008

Lectura programada.


¿Cuántas veces has intentado leer sistemática la Biblia? Yo reconozco que más de una decena. De vez en cuando caen en mis manos folletos donde detalladamente se describen los textos que se pueden leer cada día de tal manera que en 365 días uno se ha leído la Palabra desde Génesis hasta Apocalipsis.

El problema es que muy a menudo sucede como cuando se intenta dejar el tabaco, ponerse a régimen o aprender un idioma: bastan unos pocos días para que todo se venga abajo.

A priori parece increible que no se pueda acometer la lectura de unas pocas páginas diarias, pero sucede que el día menos pensado no se puede cumplir el propósito, ya sea por tener demasiadas cosas en la cabeza, por ir dejándolo para el último momento o simplemente por pereza.

Y como sucede con los ejemplos antes mencionados, todo se viene abajo, y por fallar en un solo día, se echa a perder el esfuerzo de tantos días.

Por eso, y tal vez porque uno es de letras, recomiendo no ser tan matemáticos. Se trata de leer la Biblia entera, y no de que se haga en un año exacto.

Si un día se falla no pasa nada. Desde luego no recomiendo que al día siguiente se lea el doble, en ese caso se hará mal y con conciencia de culpa. Hay que tener en cuenta que se va a fallar en más días, y entonces la demora acumulada será insuperable.

Por tanto, lo mejor es seguir el orden marcado en esos folletos. Así se hace una lectura más amena combinando estilos, épocas y libros, pero si seguir tan a rajatabla las fechas. Eso sí, sin que eso se convierta en una excusa para ir dejando la lectura cada vez más a menudo.

Que se dé bien la lectura y sea de provecho.

sábado, 20 de diciembre de 2008

Nada nuevo bajo el sol.


A lo largo de la historia cientos de personajes han intentado interpretar la Biblia de las formas más extravagantes y paranóicas que uno pueda imaginar con tal de acomodarla a sus doctrinas, cuando en realidad debería ser al revés.


Algo así sucedió con Basílides, un gnóstico del siglo II. Dado que no podía comprender cómo Dios, perfecta inmutabilidad y no suceptible a cambio alguno y menos aún a la muerte, se podía haber encarnado en Jesús. Sostuvo sin temblarle el pulso que quien murió realmente en la cruz no fue Cristo, sino Simón de Cirene. Cuando Simón ayudó a Cristo a llevar la cruz. Mc. 15:21, los romanos lo confundieron con Cristo, quien logró escapar mientras Simon era ejecutado.


Rocambolesca explicación que se acomoda a la versión musulmana actual de lo que allí sucedió y también de aquellos que actualmente tal ejecución les parece supérflua y prefieren ver a Cristo como un mero reformador social y hasta revolucionario, que al final aquello se le fue de las manos y fue reprimido por los imperialistas de la época.


¡Con lo fácil que es aceptar lo que la Biblia describe con toda claridad!

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Tentaciones.

Hay que reconocer, y está a la vista, que la sociedad en general tiene poco en cuenta la Biblia.

Puede ser que sean muchos los hogares que cuentan con una en sus vitrinas. Pero generalmente se trata de grandes mamotretos, incómodos, y que demuestran que se usa poco.

Pero hay otra serie de autores importantísimos que son más ignorados aún. Se trata de los padres de la iglesia. Hoy unos grandes desconocidos.

Leyendo algo de ellos he encontrado una auténtica perla sobre cómo debe afrontar el cristiana la existencia de la tentación.

Uno de ellos, no he conseguido averiguar quien en concreto, definió las tentaciones como pájaros que sobrevuelan nuestras cabezas. Nada podemos hacer para evitar que lo hagan. Ciertamente no se encuentran a nuestro alcance, pero lo que sí podemos evitar es que hagan un nido en nuestra cabeza.

Sencillamente genial. Te sugiero que hagas algo para poder leer algo de estos padres.

domingo, 30 de noviembre de 2008

Amen.


Hoy en día la inmensa mayoría de las iglesias cristianas al finalizar sus servicios el ministro o sacerdote oficiante despide a los asistentes con un sonoro “Amén”. Tal vez es algo ingenuo y utópico por mi parte ya que soy consciente los ríos de tinta, y en ocasiones de sangre, que ha provocado hasta el más mínimo cambio en una liturgia, pero se podría establecer una vez al año una pequeña variación. Se trataría de que en ese Amén final simplemente se desplazara el acento un poco hacia la izquierda. Así se convertiría la despedida en un Amen.

Evidentemente hacerlo así, sin más, haría que prácticamente ningún creyente se apercibiera de ese cambio, pero al igual que antes del día del padre, de la madre, de los enamorados, de la paz, de la lucha contra el hambre, etc., etc., tienen cada uno su buena campaña previa para que ese día la sociedad esté bien preparada y consciente, así cada iglesia podría ir dando noticia de cómo se va acercando la jornada para que no se convierta en una pequeña modificación en la entonación del pastor o sacerdote.

No harían falta grandes dispendios por las iglesias. Solamente que el sermón de ese día versara sobre el amor, de tal manera que el creyente saliera de la iglesia ese día concienciado del mandato que le acaba de ser impuesto, mandato que no viene del ministro sino del mismo Jesucristo cuando dirigió aquellas palabras en el evangelio de Mateo: “Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen”;

jueves, 20 de noviembre de 2008

Prórrogas.


A menudo podemos ver por las calles decenas de carteles que anuncian espectáculos musicales, circos, ferias, exposiciones, etc. Generalmente entre la información que aportan figura la fecha hasta la que dicho espectáculo estará abierto al público. En función de los días que faltan para su clausura los interesados pueden fijar cuando van a poder visitar el evento. Y a menudo sucede también que muchos van posponiendo la cita por otros compromisos o por pereza hasta que finalmente llega la fecha y se quedan sin disfrutar del evento. Y eso que frecuentemente sobre dichos carteles se van colocando otros más pequeños que advierten que la actuación se ha prorrogado hasta una fecha determinada.

El ser humano reacciona así en muchos ámbitos. En el más importante de ellos, la Palabra de Dios ya nos advierte, y cada día podemos ver que es cierto, que la vida tiene una fecha de caducidad ineludible.

Pero tendemos a ver ese plazo muy lejano y remoto, y sucede que a diferencia de esos carteles no sabemos la fecha exacta en que finaliza el “evento” y actuamos como si se estuviera prorrogando indefinidamente.
Lo cierto es que se nos pide simplemente que acudamos a Dios y confiemos en Él dentro del plazo. Ninguno podemos saber el tiempo que aún nos queda para hacer esa visita, pero el sentido común dice que cuanto antes se haga esa visita será mejor, y que todo ello será para nuestro bien, porque una vez que cumpla el plazo establecido para cada uno no habrá carteles con nuevas prórrogas y el tiempo se va acabando.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Dos puntos.

  • Cierto artista reputado pintó un cuadro que representaba una hermosa rosa. Dicho cuadro hacía acudir a multitud de visitantes por la verosimilitud de la flor. Pronto los críticos sostenían sin tapujos que dicha flor era más bella que las reales.
    Ante tanto despropósito, un también reputado científico pidió analizar ambas rosas para poder hacer una mejor comparación.
    Cuando el mismo público pudo ver la imagen ampliada mediante el microscopio de la rosa pintada, sólo pudo contemplar los hilos del lienzo, que parecían gruesas sogas y feas en extremo.
    Pero cuando se observó mediante el mismo método la rosa real comprobaron que la belleza persistía ya que se podían ver estructuras armónicas y simétricas. Era evidente que Dios había creado esa flor y que su gloria se manifestaba en lo evidente como en lo oculto.

  • En la entrada al servicio de urgencias de un hospital se puede ver un pequeño graffiti trazado con mano torpe y vacilante, que proclama: “Cristo salba”.
    El acompañante de un enfermo que acudía a dicho servicio exclamó burlón al leerla:
    -Eso hace daño a la vista. Se ve que el que escribió esto no lee mucho la Biblia.
    El enfermo con una lastimosa y dolorida sonrisa replicó:-Es que Dios escribe con renglones torcidos...y a veces con faltas de ortografía. Y recuerda que la letra mata, más el espíritu vivifica.

jueves, 30 de octubre de 2008

Sermón.

Texto:
Mateo 15:21-28. Saliendo Jesús de allí, se fue a la región de Tiro y Sidón. Y he aquí una mujer cananea que ha­bía salido de aquella región clamaba, diciéndole: ¡Se­ñor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio. Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces acercándose sus dis­cípulos, le rogaron, diciendo: Despídela, pues da voces tras nosotros. Él respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Enton­ces ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socó­rreme! Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieras. Y su hija fue sanada desde aquella hora.

¡Queridos hermanos!

Estamos ante un pasaje donde se nos relata como Cristo sana a la hija de una mujer que le ha rogado por su sanidad. En un principio podríamos ser tentados a considerar que lo que Jesús está premiando es el esfuerzo de la mujer. Al fin y al cabo no es Él que ha buscado a la madre sino que ella se ha dirigido a Él, le ha pedido y cuando su petición es desestimada, ella insiste hasta conseguir su propósito.

Pero no es esa la conclusión que deberíamos obtener. Más bien deberíamos tener en cuenta como esta mujer se aferra a la promesa de Cristo con todas sus fuerzas. Todo está en su contra, primero su condición de mujer, si hoy en día es algo que ya supone cierta discriminación, en aquella sociedad era un baldón que hasta le dificultaría el acercarse a Jesús. Pero más aún suponía un handicap su condición de extranjera, y no una extranjera cualquiera sino cananea, procedía por tanto del pueblo al que Israel había desplazado desde tiempos antiguos.

En el Antiguo Testamento podemos encontrar múltiples pasajes donde se condena al pueblo extraño, se ordena la guerra sin piedad y el exterminio total, pero también podemos encontrar otros versículos donde se regula como se debía comportar el pueblo de Israel con el extranjero que vivía entre ellos, equiparándolos en el trato a viudas y pobres. Es de supones que los extranjeros ricos no tendrían muchos problemas de convivencia, tal y como sucede hoy.

Pero estas consideraciones no nos deben desviar del mensaje que Mateo nos quiere trasmitir, y éste es recalcar cómo la mujer siro-fenicia ve complacido su deseo en virtud de su fuerte fe. Una fe que a diferencia de otros ejemplos de los Evangelios se ve sometida a duras pruebas.

Primeramente vemos que a diferencia de aquella mujer que se va sanada con sólo tocar el manto de Jesús, ésta se ve inicialmente rechazada por Cristo. Su fe es probada cuando Cristo la reprocha el pedir algo que está reservado al pueblo de Israel. Alguien con una fe débil y dubitativa se hubiera venido abajo. Posiblemente no hubiera renunciado a la salud de su hija, pero hubiera buscado otras vías. Ella no renuncia tan fácilmente y no tiene reparo alguno en humillarse en compararse con los perros. Hay que tener en cuenta que aquella sociedad los perros estaban mucho más infravalorados que en la actualidad, con lo que la frase pronunciada, se supone que ante un amplio auditorio, la rebajaba más aún. Esta mujer, de la que desconocemos el nombre pero que bien podría ser denominada como una madre coraje, no se da por vencida y reclama la sanación de su hija, no por justicia sino porque sabe que Cristo lo ha prometido y lo está cumpliendo. No la arredra que su ruego no sea rápidamente concedido y persiste con insistencia. Esto nos recuerda a la viuda que reclamaba justicia del juez injusto y que por tanto insistir finalmente consigue su propósito. Muchos nos conformamos con oraciones rutinarias, tan rutinarias que hasta las hacemos con un horario prefijado y con un vocabulario que parece establecido para esa tarea. Me pregunto que sucedería si cuando conversáramos con nuestros cónyuges, familiares, amigos, compañeros de trabajo siempre lo hiciéramos hablando de dos o tres temas, repitiendo una y otra vez las mismas frases y siempre en un momento determinado del día. Nuestro interlocutor pensaría que quien se dirige a él es alguien aburrido, que lleva la conversación por inercia y como una obligación. Estoy absolutamente seguro que esas no serían las características de nuestras frases si el motivo fuera pedir un aumento de sueldo a nuestro jefe. En ese caso trataríamos de buscar las frases mejor entonadas, más originales y persuasivas que pudiéramos encontrar. Y por supuesto buscaríamos el momento más adecuado para nuestro jefe y no el nuestro.

Y el caso es que con Dios el “aumento de sueldo” está garantizado en ese convenio colectivo para toda la humanidad que es la Biblia. Pero nos falta la convicción en la fuerza obligatoria que tiene ese contrato para el Señor. El no se puede echar atrás jamás en lo que nos ofrece, y aún así dudamos. Aprendamos por tanto de aquella mujer.

Aprendamos también de este pasaje acerca de la universalidad del mensaje salvador de Cristo.

Es cierto que la finalidad primera de los milagros que realiza Jesús es servir como señales.

Evidentemente Jesucristo no sanó a todos los enfermos que había en Palestina. Podemos imaginar el gozo de esa madre cuando comprobara que realmente su hija había sanado, pero podemos imaginar que esa señal tuvo un efecto imborrable en su vida, y ella, a pesar de ser pagana y estar fuera del pueblo de Israel, quedaría ligada para siempre a Cristo, y es probable que se convirtiera desde ese momento en una de las mujeres que seguían al Maestro por toda Israel. Ella había creído con una fe a prueba de bombas, Cristo le había concedido lo que ella pedía, y ahora, agradecida, le había dejado entrar en su corazón y ser llevada por Él.

Algo así debe suceder con nosotros. A la mayoría no se nos pide que abandonemos nuestra vida, familia y posesiones para ir tras el maestro. Entre otras cosas porque es Él el que viene a nosotros. Simplemente se nos pide que le dejemos entrar en nuestros corazones, en nuestras relaciones con nuestra pareja, hijos, familiares, amigos, etc., etc. No se trata de que cuando coincidimos en el ascensor con un vecino saquemos la Biblia del bolsillo y comencemos a predicarle. Seguramente acabaría pulsando el botón de emergencias. Pero se puede empezar por pasar del convencional saludo y comentario sobre el tiempo a iniciar una breve conversación variada sobre cualquier tema, que ese saludo convencional se acompañe de una sonrisa y hasta de hacer el esfuerzo de aprender cuál es su nombre y la próxima vez dirigirnos a él usándolo.

Haciendo algo parecido en nuestros trabajos, relaciones, conversaciones, etc. vamos introduciendo poco a poco a Cristo en nosotros y en los demás. Se trata de llevar a Cristo con la fe, una sonrisa y denuedo y no con gritos y caras ceñudas.

Y no caigamos en la tentación de eludir el compromiso porque pensemos que tal persona no tiene la edad similar a la nuestra, porque creamos que su cultura no es la nuestra y por tanto va a ser difícil el entendimiento, porque qué dirán los demás cuando nos vean hablando con ella, porque simplemente nos da vergüenza.

Así que cuando salgamos de aquí no dejemos que la rutina y los tropiezos del día a día nos vayan disipando los propósitos con los que espero que salgamos de aquí. Si ese vecino del que hablaba responde a nuestro saludo con una especie de gruñido que eso no nos lleve a devolverle la descortesía con otro de mayor volumen. Los evangelios nos recuerdan que el llevar Cristo a los demás no es como un paseo militar. Ya quisieran tantos misioneros mártires como ha habido y hay por todo el mundo que la única respuesta a sus esfuerzos fueran gruñidos o desplantes. A la descortesía respondamos con otra sonrisa y a seguir en ello. Amén.

lunes, 20 de octubre de 2008

Pasando por taquilla.


Es increíble comprobar día a día como tenemos todos al “viejo hombre” agazapado dentro de nosotros.

Ayer mismo, al salir de trabajar y prácticamente ya en el andén del metro, me di cuenta que por error había llevado conmigo la llave de mi puesto de trabajo. Llave que siempre debe permanecer allí para los sucesivos turnos. Ello me obligó a volver a salir y depositar la llave donde debía.

En esos momentos estaba bastante enojado, en parte por la pérdida de tiempo y más aún porque debía volver a pagar el billete. En esos momentos hasta tuve la tentación de saltar el torno. Me sentía justificado poraue, total, ya había pagado por ese viaje y si alguien me requería mi título de transporte lo podría exhibir sin problema. Y es que si hay algo que se le da sumamente bien al ser humano es buscar justificaciones para sus acciones: Ya había pagado, no había perjudicados, por la noche nadie iba a ser testigo, etc, etc...

Pero según devolvía la llave díscola a su lugar me di cuenta de que el enfado que estaba soportando era un poco exagerado teniendo en cuenta el importe perdido (0,70€), que todo aquello era provocado por un despiste mío, que tal vez me enfurecía más el no poder echarle la culpa a nadie, que hubiera sido mucho peor si me hubiera dado cuenta de mi error al llegar a casa o simplemente no apercibirme de ello.

Así que decidí tranquilizarme, o al menos intentarlo. Agradecí interiormente a Dios el haberme permitido ser capaz de darme cuenta de que por el dinero que no da ni para tomarse una cerveza me había afligido cuando me gastaba importes mucho mayores en auténticas nimiedades. Perdí perdón por ello y decidí aumentar en 0,70€ el importe de la ofrenda del próximo domingo. Lo siento por el pastor, que tendrá que utilizar los incómodos decimales al hacer las cuentas.

viernes, 10 de octubre de 2008

¡Ese prójimo!


Hace pocos días veía con suma atención un partido de fútbol en la televisión, cuando se produjo una falta. Un defensa había barrido literalmente a un contrario y éste se retorcía con evidentes muestras de dolor. El infractor se levantó lentamente rápidamente y ante la sorpresa del público, y por supuesto la mía, en vez de ayudar al contrario abatido, juntó las palmas de sus manos en gesto rogatorio y dirigió la mirada más arrepentida que uno se pueda imaginar…¡al árbitro!

Evidentemente tal gesto no le libro de la justa tarjeta amarilla y tras la recuperación del jugador lesionado el partido prosiguió.

Ello me llevó a pensar que aunque en ese momento muchos nos sentimos indignados (algunos más que otros porque el lesionado era de nuestro equipo) todos a menudo realizamos la misma artimaña. Con más o menos temeridad ofendemos a nuestro prójimo, y cuando algo en nuestro interior nos dice que lo único que puede definir lo que hemos hecho o dejado de hacer es la palabra pecado, entonces nuestra mirada no se dirige al objetivo de nuestra acción. Dirigimos nuestra mirada lacrimosa hacia Dios, pero no con tristeza por el amor traicionado, sino con temor del castigo. En esos momentos sentimos el pesar del infractor que se sabe descubierto, que no tiene donde esconderse como Adán en el Edén, y que a falta de excusas no se le ocurre más que rendirse resignado al castigo.

Con esto no quiero decir que nos pasemos al otro extremo. Cuando pecamos contra nuestro prójimo también estamos pecando contra Dios, pero igual que al que roba se le exige que devuelva lo hurtado, en el pecado se nos pide que pidamos perdón sincero al principal ofendido, Dios, y reposición a la situación anterior con quien se ha producido el pecado: ese prójimo que tenemos al lado: cónyuge, hijos, familiares, vecinos, compañeros, o simplemente peatones o el conductor del coche que nos precede. A todos ellos debemos dirigir nuestra mirada arrepentida aparte de a Dios.

martes, 30 de septiembre de 2008

Pregunta y respuesta.

En un foro de internet alguien escribió:

¿Agradecerías infinitamente algo como esto?
Vamos a suponer que yo vivo contigo y que soy un tipo mucho más fuerte que tù, que podrìa acabar con tu vida con mis propias manos, además tengo un arsenal de poderosas y silenciosa armas, tengo medios para deshacerme de tu cuerpo y jamás ser castigado, sin embargo no se me ocurre ni me da la gana de hacer nada de eso.

Vivirías agradeciendo que pudiendo en un instante acabar contigo no lo haga, agradeciendo por cada día que te "permito" vivir?

Esto pregunto porque muchos viven agradeciendo la "infinita bondad de Dios" de permitirles vivir cada día.

Y alguien contestó:

Algo parecido a lo que hicieron tus padres durante toda tu infancia. Tú sabrás si les estás agradecido o no.

sábado, 20 de septiembre de 2008

Comenzando con la Biblia.


El nuevo creyente o aquel que sólo siente un inesperado interés por el estudio de la Biblia, se encuentra con una serie de sorpresas según va avanzando en su investigación.
La primera de ellas llega en el momento de adquirir un ejemplar al encontrarse con varias opciones a su disposición: católica, protestante u ortodoxa, y dentro de cada una de ellas múltiples versiones en su lengua materna. Tiene que utilizar un idioma muy minoritario para que no encuentre un ejemplar completo o secciones de la Biblia.

Si se encuentra ya dentro de una iglesia optará por una de las tres, y aunque parezca en un principio que las diferencias con otras versiones son mínimas, las hay. Seguramente pensará (como me sucedía hasta hace poco) que eran cuestiones de estilo o por la traducción de algún que otro término para apoyar o desbaratar una intrincada posición teológica. Pero si se estudia el tema más a fondo, podrá ver que la versión escogida, y que probablemente manifieste que se basa en los textos originales (a no ser que haya optado por la Vulgata católica o la Traducción de las Escrituras del Nuevo Mundo de los testigos de Jehová), a la hora de traducir el Antiguo Testamento, elegirá el canon palestino, con la garantía que da su uso en el Talmud y que será elegido por un concilio judío en Jamnia en los años 90-100 d.C. tras la caída de Jerusalén usando textos hebreos, o bien utilizará el canon alejandrino, también llamado la versión de los setenta, utilizada por los judíos de habla griega, mucho más variable, y que utiliza la traducción que según la leyenda hicieron al griego setenta y dos traductores hebreos, y que incluye más libros.

Si ha optado por una versión que utilice el canon palestino sentirá más seguridad acerca de la fidelidad de la traducción, pero esa sensación se tambaleará cuando sepa que las Escrituras que utilizaban Jesús y sus discípulos eran las recogidas en la Septuaginta, y que bastantes de los temas claves del cristianismo como los ángeles, la resurrección de los muertos, el juicio final, la sabiduría divina, etc. son consecuencia de esos libros que no forman parte del canon palestino.

Resignado a no contar de momento más que con una sola versión, emprende la lectura del Nuevo Testamento, ya que ha leído que presenta muchas menos divergencias que el Antiguo: los mismos libros y con mayor uniformidad en las fuentes al ser menor el tiempo trascurrido.

Al no dominar los idiomas originales en que se escribió el libro: hebreo, arameo y griego, tiene que confiar en la pericia de los traductores. Así ve que el arte de traducir es algo que avanza día a día según van apareciendo nuevos manuscritos y los expertos continúan investigando. Por tanto no se puede decir que exista la traducción definitiva y perfecta. Ni siquiera se podría afirmar que una traducción más reciente es mejor que otra antigua. Le hace pensar saber que el traductor puede traducir un vocablo según él piense que es mejor darle el significado que tendría hoy y que mejor se adopta a la mentalidad actual o simplemente “volcarlo” con su significado literal de entonces, más fiel pero con el peligro de que el sentido varíe totalmente para nosotros. Se da cuenta de lo difícil que tiene que ser el traducir términos como “oveja” a un idioma en el que no existan esos animales, como sucede con los esquimales, o palabras que se refieran a objetos y costumbres tan localizadas en el tiempo y espacio.

Otra duda le surge cuando sabe de la existencia, al igual que en el Antiguo Testamento de libros (1 Clemente, la epístola de Bernabé, Sabiduría de Salomón, el Apocalipsis de Pedro, el Pastor de Hermas, el Evangelio de Tomás, el Evangelio de Pedro.)que han estado a punto de formar parte de ser considerados como inspirados por Dios, pero que por dudarse de su apostolicidad (aunque Hebreos fue aceptado por creerse de origen paulino y hoy se afirma que no es así), por ser aceptados tanto por la iglesia occidental como por la oriental, por su ortodoxia y por el uso litúrgico generalizado en las iglesias.

Visto que han existido múltiples listados de libros canónicos hasta que se ha fijado el definitivo se pregunta si no se habrán rechazado libros verdaderamente inspirados por Dios y se habrá incluido algún libro que no lo es. Se cuestiona asimismo que pasaría si un descubrimiento arqueológico sacara a la luz un libro que cumpliera todos los requisitos. Teóricamente habría que aceptarlo como parte de las Escrituras y habría de rechazarse la idea de un canon cerrado por siempre.

Tras leer los cuatro evangelios, se da cuenta de que aunque el contenido es muy similar, sobre todo en los sinópticos, prefiere unos a otros porque reflejan mejor la idea que tiene él de Cristo. Piensa que tal vez unos libros contengan más nítidamente el mensaje de Dios. No entiende que Dios en el Antiguo Testamento mande exterminar pueblos enteros o castigue faltas como la de Uza por evitar que el arca caiga al suelo o perdone todo tipo de pecados a David. Llega a creer que el Nuevo Testamento no tiene nada que ver con el Antiguo.

Como aparte de leer la Biblia también estudia tratados sobre el libro sagrado, se entera de que está cayendo en lo que se llama el canon dentro del canon, que se trata de la postura de pensar que los libros de la Biblia tienen distinto grado de inspiración. Y no precisamente los libros que cuando se formó el canon fueron más conflictivos como Hebreos o 2ª de Pedro, sino en función de que esos libros apoyen más o menos nuestros puntos de vista teológicos o refuercen los dogmas de nuestros adversarios. Claro que ve que es muy fácil mostrar preferencia de unos libros sobre otros, sobre todo esos libros en los que es tan difícil ver que Dios nos muestre mensaje alguno como Números. Es en ese momento cuando se da cuenta de que tal vez por eso en las principales iglesias existe el año litúrgico, de tal manera que el ministro oficiante se ve abocado a leer y utilizar en el culto unos textos determinados, de tal manera que en pocos años tanto él como la comunidad de fieles han oído todas las Escrituras.

Pero entiende que tampoco es difícil pensar que unos libros puedan tener mayor fuerza que otra. Los Evangelios recogen como vivió Cristo en la tierra, lo que dijo y cómo murió por nosotros. En cambio otros libros sólo recoger aspectos muy parciales y concretos. Nota el detalle de que cuando en los servicios se lee el evangelio, generalmente por el ministro oficiante, la comunidad se coloca de pie, mientras que cualquier otro fragmento, incluso del Nuevo Testamento, se escucha sentado. Eso sería signo de cierta preferencia. Por otra parte el contenido del mensaje que Dios podía trasmitir a su pueblo cuando éste era una tribu nómada en constante lucha contra los elementos y todos sus vecinos, no podía ser el mismo que cuando ese pueblo ya se ha asentado, ha creado un estado y puede reflexionar y procesar el mensaje que le llega. Algo que se puede ver con los diferentes tipos de profetas que van trasmitiendo el mensaje a Israel.

El nuevo creyente llega a la conclusión que por otra parte debe confiar más en el proceso de conformación del canon, que llevó siglos, miles de discusiones y debates. Algo comparable a la diferencia de un buen vino que se forma a lo largo del tiempo, lentamente, sedimentando lo valioso y descartando lo sobrante, y un vino malo, joven, en que todo vale o se elimina lo valioso por un mal criterio de selección.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Cuestión de marketing.


Antes que nada quiero que se tenga en cuenta que lo que voy a comentar está influido por lo que he observado que sucede en España, y más concretamente en Madrid. Pese a ello he creído observar que es un problema que se reproduce por toda España y, me atrevería a aventurar, por todo el mundo. Muy pocas iglesias he encontrado en que se haya subsanado, y por ello hago la siguiente petición, tratando que la excepción se convierta en generalidad y lo que parece ser el problema de unos pocos (y que no son tan pocos) se convierta en una dificultad subsanada y en un empujón más para la difusión del Evangelio en todas partes y a todos.
Con pocas excepciones las iglesias cristianas han tenido a bien congregarse el domingo, día en que se produjo la resurrección del Señor. A lo largo de los siglos tanto las sociedades urbanas como rurales no han tenido inconveniente en dedicar unas horas para congregarse para aprender de la palabra, reconfortarse mutuamente y sentir que son una comunidad fuerte y unida. Era fácil porque ese día un altísimo porcentaje de la comunidad cesaba en sus actividades habituales y podía buscar ese momento para reunirse.
Pero hay que reconocer que últimamente los tiempos han cambiado mucho. El domingo ha dejado de ser un día de placidez. Primero el comercio buscó que el ciudadano tampoco dejara de consumir ese día, si uno descansa no gasta, e hizo que ocio se relacionara con gasto. No hay que dejar tiempo libre para nada que no sea lo que la actividad comercial, el dios de hoy en día, determine.
Por ello y cada vez más, los creyentes tienen dificultades para poder congregarse. Verdad es que en muchas ocasiones se trata simplemente de pereza, desidia y comodidad, pero otras tantas el creyente se encuentra con que a esa misma hora tiene que trabajar (alguien tiene que estar al otro lado del mostrador para vender o servir las bebidas) o realizar actividades familiares con el cónyuge no creyente.
Por eso pido a todos los pastores de este país que se planteen la posibilidad de ofrecer cultos y actividades a horas no habituales. Ya no basta con los cultos dominicales a media mañana. Se va haciendo preciso que las iglesias puedan abrir las puertas a primerísima hora del domingo, las tardes de cualquier día laboral o incluso por la noche. También se trata de marketing, el ser humano se suele ver acosado por sus dudas espirituales y existenciales por la noche y en medio de la soledad. Y en esos momentos nadie quiere esperar a que llegue la hora de apertura convenida. Las puertas de las iglesias siempre deben estar abiertas.

sábado, 30 de agosto de 2008

No será lo mismo.

¿Quién no ha recibido por la calle o en su hogar la visita de un testigo de Jehová? Es encomiable el denuedo con que proclaman sus doctrinas, al margen del error indudable que contienen.
Hace poco me fue entregada una de sus revistas y la estuve hojeando y ojeando un rato. Me llamaron la atención las ilustraciones con que describen el futuro paraíso terrestre. Ya se sabe su doctrina acerca de los 144.000 elegidos que irán junto con Cristo a un paraíso celeste mientras que el resto de los salvados vivirán eternamente en una tierra plenamente restaurada. Una tierra idílica donde el león descansará junto al cordero que pasta tranquilamente.
Uno de los alicientes de ese futuro edén es la posibilidad de que todos aquellos resucitados y salvos podrán volver a ver a sus parientes fallecidos o aún por nacer. ¿Qué madre que haya perdido a un hijo no sentirá consuelo ante la posibilidad de ver vivo de nuevo a su hijo?
Pero ante tan halagüeñas descripciones me surgió una duda que poco a poco se transformó en objeción. Supongamos un creyente modélico en las doctrinas de la organización, éste desea volver a ver cuando resucite a sus padres, fallecidos en edad provecta, ya que también fueron buenos fieles, pero a su vez éstos tuvieron unos abuelos, asimismo testigos de Jehová de provecho, y que por tanto también querrán conocer a sus nietos, a los que dejaron de ver cuando éstos eran jóvenes y lozanos. ¿Con qué edad resucitarán? ¿Serán menores que sus nietos o mayores que sus abuelos? Se me antoja que ese edén bucólico se convertiría pronto en un infierno de confusión de edades y nombres. Y eso que los testigos no creen en el Infierno. ¿Qué pasaría con aquellos creyentes viudos que se volvieron a casar? ¿Existirá la poligamia en la tierra futura?
Ya dijo Cristo que en el Paraíso no habría matrimonios y desde luego los cuerpos no serían como los actuales. Y es que no hay como leer el periódico para darse cuenta de que el Paraíso será todo menos parecido a lo que hay aquí ahora.

miércoles, 20 de agosto de 2008

Es para todos.

Hasta hace pocos años parecía que la Teología de la Liberación estaba definitivamente difunta. La caída del bloque socialista le habría asestado un golpe mortal del que definitivamente podría recuperarse. No quiero decir que los dirigentes socialistas apoyaran financieramente a este grupo de teólogos, pero sí parece claro que los que recibían ayudas eran los diversos grupos guerrilleros revolucionarios que operaban por América del Sur, y eran unos cuantos de aquellos teólogos los que justificaban y alentaban intelectualmente a esos grupos. Pero no sólo de ideas vive el hombre. En cuanto se han acabado los dólares los movimientos revolucionarios han entrado en un declive del que sólo parece que les pueda sacar el petróleo de Chavez. Cuba, que en su momento también fue buena patrocinadora, bastante tiene con mantenerse ella sola a duras penas.
El lema fundamental de esta teología es la opción preferencial por los pobres. O sea, que no excluyen a los ricos del Reino de los Cielos, pero visto que Cristo mismo dijo que lo tenían más difícil que un camello intentando pasar por el ojo de una aguja, pues para qué molestarse con ellos. De hecho su libro de la Biblia preferido no es ninguno de los evangelios, sino el libro de Éxodo, paradigma del pueblo que se libra de la opresión y logra con ímprobos esfuerzos la libertad prometida por el Dios redentor.
Pero fijándonos en los evangelios vemos como Cristo se dirigió a los pobres, pero tras muchos milagros a ni uno de ellos libró de sus penurias económicas. Más aún, no tuvo empacho en proclamar que pobres siempre habría entre sus discípulos.
Además Cristo fue y es tan difícil de clasificar que aparte de dirigirse a pobres, prostitutas, enfermos, etc., también tuvo palabras de consuelo y salvación para militares o publicanos (los banqueros de la época) Tantos a unos como otros les pidió que dejaran su vida anterior y no pecaran más, porque pecan por igual y con las mismas consecuencias el rico como el pobre, y es que Dios no hace acepción de personas. Malo si antes de proclamar el evangelio nos fijamos en la cartera del que ansía salvación.

domingo, 10 de agosto de 2008

Poderoso caballero es don Dinero.

Me hallaba arrellanado en un sillón leyendo el periódico, mientras contribuía a esa nefasta y nada ecológica costumbre de mantener encendido el televisor, sin prestar atención a lo que se emitía pero siendo adormecido por el run run de los anuncios.
De repente la melodía de uno de ellos me llamó poderosamente la atención. Desde luego no era el producto del que se proclamaban las virtudes lo que me recordaba algo. No, era la música. Aunque mi oído musical tiende a escaso y pésimo, la memoria no tardó demasiado en dar con la solución. Se trataba de los acordes de una canción que sacó hace ya algunos años un cantante español, rumbero para más señas. Tras una carrera de éxitos proclamó que había encontrado a Cristo y se convirtió, congregándose en la iglesia de Filadelfia. Fue tanto su furor que sacó varias canciones cristianas. Recuerdo que el estribillo de la canción de marras era: “Jesucristo es poderoso, Jesucristo tiene poder”. Tampoco se puede decir que fuera un prodigio de profundidad.
Al poco tiempo abandonó la denominación y fue de plató en plató y diciendo a todo el que le quisiera escuchar, que aquello sólo era una máquina de sacar dinero, que volvía al mundo y que ya no creía en Dios ni en la vida eterna.
Lo paradójico del caso es que el producto anunciado, y me imagino que el cantante habrá dado el consentimiento para ello, es un producto de limpieza. Así el estribillo ha quedado:
“ X (no recuerdo el nombre) es poderoso, X tiene poder” Otro prodigio de originalidad.Esperemos que con el tiempo, este artista se dé cuenta de que el que de verdad limpia, y de una vez para todas, es el primer ejemplo. Que el segundo sólo elimina la mancha superficial y temporalmente (y habría que comprobar si es verdad) Y que mucho me temo que el que esta vez ha caído bajo las ruedas de la máquina de hacer dinero ha sido él.

lunes, 4 de agosto de 2008

Para poder comparar.


Hace poco tiempo conversaba con un amigo. Él estaba todo orgulloso de su nueva Biblia. Un soberbio ejemplar de la Biblia de Jerusalén. Buenas pastas, tipografía excelente y un buen tamaño de las fuentes para los que habiendo superado la cuarentena empezamos a notar como la vista se nos va deteriorando poco a poco.
Surgió inevitablemente el asunto de la mayor o menor fiabilidad de las versiones. Comenté como los testigos de Jehová de habla española utilizan una versión que no es traducción directa de los textos originales sino de la versión en inglés. Y cualquiera que haya leído una sola página de la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras, podrá darse cuenta que el estilo del texto deja bastante que desear. Ambos estábamos de acuerdo en ese aspecto.
Sin embargo mi amigo, animado en su labor crítica, no tuvo reparo en objetarme que la versión que suelo utilizar, una Reina Valera de 1.960, contenía un español de hacía 48 años, cuando ninguno de ambos habíamos nacido. Pude objetar que existían actualizaciones mucho más recientes, que incluso poseo una de 1.995, pero por ser algo incómoda para manejar por su tamaño y por inercia, seguía utilizando la RV-60. Para poder articular de alguna manera una “contraofensiva”, agarré su libro y comencé a ojearlo para averiguar la fecha de su última actualización. En ese momento me llevé la sorpresa de ver que no se trataba de una traducción de los textos originales, sino de la versión francesa, que sí ostenta esa característica. Desde luego con un estilo mucho mejor que la antes mencionada, pero traducción de traducción al fin y al cabo.Mayor fue aún la sorpresa de mi amigo, que se sentía como engañado. Nos reímos del chasco, y poco después nos dimos cuenta que aquello era una muestra del peligro de utilizar una sola versión. Continúo teniendo mi “vieja” Reina Valera como Biblia principal, pero he decidido desempolvar la versión de 1.909, de 1.995 y la Nacar Colunga cada vez que tenga que hacer cualquier estudio bíblico o simplemente tenga alguna duda que consultar. Comprar otra versión aparte de la que tenemos no deja de ser una buena inversión que recomiendo con toda vehemencia.

lunes, 30 de junio de 2008

Limpios y no limpios.

Últimamente he vuelto a intentar por enésima vez una de esas lecturas sistemáticas de la Biblia, de tal modo que leyendo los capítulos diarios que se te indican en el plazo de un año has leído la Palabra desde Génesis hasta Apocalipsis.
Ni que decir tiene que a estas alturas la pereza me ha vencido de nuevo y aunque no he dejado su lectura diaria, he vuelto al sistema de saltear los libros, los capítulos y los versículos. Pero en mi avance inicial, y supuestamente imparable, por los primeros capítulos de Génesis me llamo la atención algo contenido en el capítulo 7. En éste se puede ver como Dios le dice a Noé que de todo animal limpio tomará siete parejas, mientras que de los que no son limpios los escogidos serán una sola pareja. 1-0 a favor de los animales limpios. Se podría considerar que los limpios han sido favorecidos. Teniendo en cuenta que ya todas esas parejas, limpias y no limpias se podían dar con un canto en la frente viendo la suerte que habían corrido el resto de sus congéneres.
Más al cabo de los casi doscientos días que pasaron hasta que la tierra se secó, los animales pudieron salir del Arca y entonces de esas siete parejas de cada animal limpio una es destinada al holocausto. 1-1, remontan los no limpios mientras se dispersan por toda la tierra.
Me parece algo ambigua la fortuna de esas parejas sacrificadas y que se me asemejan a aquellos cristianos que gracias a la intervención del Espíritu Santo son llamados a la fe. En ese momento son ampliamente favorecidos y distinguidos sin mérito alguno por su parte. De entre miles y miles ellos han sido escogidos y puestos dentro del redil que da la salvación, pero con el paso del tiempo éstos se van enfriando, su fe se vuelve rutinaria y dejan que el señor del mundo se vaya enseñoreándose de sus vidas, así llega el momento en que el privilegio de la fe les es arrebatado y vuelven a la misma perdición en que se hallaban enfangados.El que ahora mismo disfruta de la fe en la salvación que Cristo le ha traído con su sacrificio que ore por mantenerla, y el que no goce de esa bendición, no ha de dudar en rogar por esa fe salvadora.. Como lo hizo el padre del niño endemoniado en Marcos 9:24 cuando pidió a Cristo que le ayudara en su incredulidad. Yo pido y vuelvo a pedir porque hay mucho en juego.