….Hurtar no consiste solamente en el hecho de vaciar cofres y bolsillos, sino que también es tomar lo que hay alrededor, en el mercado, en las tiendas, en los puestos de carne, en las bodegas de vino y cerveza, en los talleres y en fin en todas partes donde se comercia…
Lo mismo digo de los artesanos, obreros, jornaleros que usan de sus arbitrios y no saben cómo engañan a la gente, ejecutando además su faena con negligencia y sin honradez…
A nosotros (los pastores) solo nos toca decir estas cosas y sancionarlas mediante la Palabra de Dios. Porque reprimir los abusos corresponde al príncipe y a las autoridades que deberían tener los ojos y el valor suficientes para establecer y mantener el orden en toda clase de negocios y compra.
¿CÓMO QUIERE DIOS QUE USEMOS LAS COSAS QUE NOS DA?
Como simples administradores o mayordomos. Cuando llegamos a este mundo nada tenemos, y cuando nos vamos, menos todavía. Hay que ser agradecidos tanto con lo que recibimos gratuitamente como con lo que ganamos con nuestro trabajo. Pero tanto lo uno como lo otro nos llega por gracia de Dios. Y como muestra la parábola, no podemos utilizar esos bienes sólo para nuestro uso y disfrute. Se nos pide y exige que ayudemos al hermano necesitado y para bien de todos los que nos rodean, y sobre todo de forma desinteresada.
También se nos pide que no nos aferremos a lo que poseemos. No se nos prohíbe tener riquezas sino el hacer de ellas un ídolo al que sacrifiquemos todo los demás. Hemos de tener en cuenta que las riquezas pueden ser un ídolo si dedicamos todos nuestros esfuerzos a conservarlas como a conseguirlas. En ese sentido igual puede pecar el rico como el pobre.