“Un cristiano es libre, dueño y señor de todas las cosas y no está sometido a nadie. Un cristiano es un esclavo sujeto a prestación personal en todas las cosas y está sometido a todos” Martín Lutero. 1520

sábado, 24 de octubre de 2009

El toque de la verdad.

Existen muchas mitologías antiguas que contienen historias acerca de semidioses, gigantes, y sobre todo, hablan de una gran inundación.
La epopeya de los acadios de Gilgamés habla de un diluvio, un barco que lo supera y supervivientes. Gigamés es definido como un semidios violento y lujurioso.
Los aztecas hablan de un mundo antiguo poblado por gigantes y de un gran diluvio que los destruye.
Entre los escandinavos se menciona una raza de gigantes y un sabio, Bergelmir, que sobrevivivió con su mujer en un bote construido por él.
Todo ello corraborra lo que expresa la Biblia, que la humanidad procede de los supervivientes de un diluvio que arrasó un depravado mundo.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Silla en el cielo.

Federico el Grande de Prusia invitó a su corte a Voltaire. En un banquete en Chevens, el famoso descreido comenzó a hablar contra el cristianismo.

Con marcada superchería, dijo:

-Vendo mi silla en el cielo por un thater prusiano. (moneda)

Entre los presentes se encontraba un consejero del monarca, fiel cristiano, quien respondió a Voltaire diciendo:

-Señor, usted se encuentra en Prusia, y de acuerdo con las leyes, quien desea vender algo, debe probar que es su propietario. ¿Tendría usted la bondad de probar que usted tiene un asiento en el cielo? Yo lo compraría a cualquier precio.

Y el superchero Voltaire tuvo que cerrar la boca.

sábado, 3 de octubre de 2009

¡Tu niña, mamá!

¿Por que me negaste la vida?



¿Mamá, recuerdas cuando junto con papá estuvimos en el ginecólogo

y nos dijo que me estaba formando dentro de ti?

¿Por que sentiste tanto miedo si aún no me conocías?

Mamá es posible que al principio te hubieras sentido incómoda y fea

pero por la ilusión de que dentro de ti había una nueva vida

pronto se hubieran desvanecido esas preocupaciones.

¡Créeme mamá, todas las madres lo dicen después!

¿Por qué solo pensabas en lo malo?

¡Por que te venía acidez y ascos, síntomas del embarazo!

Mamá dijiste cosas tan horribles y tan dolorosas, que ví que no me deseabas,

e hiciste todo lo posible para desprenderme de tus entrañas.

¡Que triste me puse, mamá! Ni siquiera te hiciste el tes del embarazo

y tu preocupación solo era echarme fuera de tu ser.

¡Que miedo tan grande te inculcaron a la vida!

Mamá, al principio te hubiera dado mucho que hacer

pero luego a mis dos y tres añitos hubieras disfrutado mucho de mí,

hubiera sido tu muñeca, tu alegría, tu desvelo, tu ilusión, tu vida,

para más tarde ser tú amiga y en tu ancianidad hubiera cuidado mucho de ti.

¡Tú sabes, que de eso se hubiera ocupado con gran desvelo papá!

Mamá estoy en el cielo con la madre de papá, la abuelita María

¡Cómo me quiere! ¡Que dulce es!

Y siempre me está cantando la Nana que tanto cantaba en la tierra al niño Dios

¡Su voz es la de un Ángel!

Mamá a Dios le pido mucho por ti, porque no has sido tu,

si no el miedo al embarazo lo que te ha hecho actuar así.

También le pido mucho por papá

¡Papá si que me quería!

Que golpe tan duro le has dado, la abuelita y yo le ayudamos a superarlo.

Mamá, papá me quería antes de engendrarme y quiere venirse conmigo ya

pero, él sabe que ha de seguir ahí, porque su corazón ha de hacer mucho bien.



¡Que pena mamá, porque cada día que pase me echarás más en falta!

¡Un beso, tu niña!





Autora: María López Garrido. ESPAÑA. Email: lolomase@gmail.com