Han sido, son y serán muchos los
que se obstinen en contradecir el cristianismo. Cientos de miles de litros de
tinta se han empleado combatiéndole, y otros tantos defendiéndolo. Y los resultados han sido de lo más variado.
Pero también han sido unos cuantos
los que lo han intentado con otros medios. Juliano, el Apóstata, sobrino de
Constantino el Grande, fue el último emperador pagano de Roma, y sentía una
especial animadversión contra el cristianismo. A pesar de haber recibido una
educación cristiana rechazó el cristianismo corrupto de su época favoreciendo
el retorno del paganismo. Tal vez pudo influir en ello el que cristianos
asesinaran a su padre y otros miembros de su familia. Hay cosas que no se
pueden olvidar.
Seguramente fruto de esa
primeriza educación cristiana, y por tanto el frecuentar las Escrituras judías
y cristianas, se fijó especialmente en la profecía en la que Jesús anunció que
del Templo no quedaría “piedra sobre piedra”. Algo que ocurriría cuando Roma
destruyó Jerusalén en el año 70 d.C. El
general Tito puso tan especial empeño en ello que del fastuoso templo sólo dejó
ruinas y el famoso muro que ha llegado hasta nuestros días, el Muro de las
Lamentaciones.
Juliano dedujo que si el Templo
era reconstruido, demostraría que Jesús era un falso profeta. Aunque hay que
tener en cuenta que Cristo predijo que sería destruido y no dijo nada acerca de
si sería reconstruido o no.
Pese a todo, y por mucho empeño
que puso Juliano en convencer a los judíos pudientes de la conveniencia de
comenzar las obras, no hay constancia de que estas comenzaran, y si fue así
debieron abandonarse pronto, pues no queda vestigio alguno.
Juliano murió antes de cumplir
dos años en el poder, y su proyecto murió con él. Aún así de vez en cuando
surge el rumor de que en Israel se planea volver a reconstruir el famoso
edificio, aunque esta vez se añade un obstáculo más, y además de lo más
poderoso: Desde que fue destruido hasta ahora, ha surgido el Islam, y sus
seguidores han tenido a bien construir en los terrenos que ocupaba el templo la
mezquita llamada la Cúpula de la Roca, donde según los musulmanes partió Mahoma
para encontrarse con Dios. Con lo cual difícilmente van a permitir expropiación
alguna.
La reconstrucción fue factible en
el siglo IV, pero la cicatería de los ricos pese a su anhelo de reconstruir el
Templo no lo permitió, ahora ni todo el dinero del mundo parece que lo vaya a
permitir. Es evidente que el sueño de Juliano el Apóstata va a tener que seguir
esperando.