“Un cristiano es libre, dueño y señor de todas las cosas y no está sometido a nadie. Un cristiano es un esclavo sujeto a prestación personal en todas las cosas y está sometido a todos” Martín Lutero. 1520

viernes, 20 de febrero de 2009

Ejemplo

Dicen que las comparaciones son odiosas, pero nada malo se podría decir de los ejemplos y el resultado sería el mismo.
Leyendo el libro de Hechos vemos la actitud de Pablo y Bernabé cuando los habitantes de Listra se empeñan en adorarlos como dioses.
Ellos se oponen con vehemencia y hasta con brusquedad. Exigen que toda la gloria y adoración sean sólo para Dios. Nada de intermediarios humanos. Ellos sólo son instrumentos que no tienen ningún merecimiento.
Por ello, si no queremos comparaciones, al menos que sirvan de ejemplo para tanto líder religioso colmado de prebendas, comodidades y reverencias.
No cairé en la demagogia de exigir que todo el dinero en manos de cualquier iglesia sea puesto de inmediato en las manos de los pobres, ya dijo Cristo que siempre habría pobres entre nosotros, y mientras no se cambien actitudes y estructuras, difícilmente se logrará nada cambiando simplemente el dinero de manos, pero sí podría cambiarse esas estructuras y actitudes si se dedicara más esas riquezas al esfuerzo misionero, educador. La clave no está en llenar los bolsillos sino los corazones.

martes, 10 de febrero de 2009

Bomerán.

Para que luego digan que el leer sólo Teología provoca tal grado de especialización y obsesión que aleja de toda realidad y de la existencia de cualquier otro saber.
Me encontraba leyendo el 5º tomo de las obras escogidas de Martín Lutero (10 tomos de los gordos las escogidas, 50 las completas) cuando me encontré con que Lutero calificaba a un argumento usado por Carlstad, su adversario, y que estimaba que se había vuelto en su contra (de Carlstad), era definido como un boomerang. O así lo vertía el traductor del alemán al español.
Me extrañó el uso de tal vocablo, pues consideraba que habiendo vivido el reformador antes del descubrimiento de Australia, difícilmente podía utilizar esa palabra.
Investigué un poco, y me encontré que el bomerán (como es permitido por la Academia) ha existido en todas las épocas y continentes, pero cada uno con una denominación diferente.
Ahora sólo me queda aprender alemán para poder leer el original en su idioma y saber qué vocablo utilizó Martín Lutero para calificar ese argumento que se volvía contra su propio autor.
Pero uno, que no es ni de lejos como Miguel de Unamuno, mucho se teme que jamás llegue a dominar más de tres o cuatro palabras en tudesco.