“Un cristiano es libre, dueño y señor de todas las cosas y no está sometido a nadie. Un cristiano es un esclavo sujeto a prestación personal en todas las cosas y está sometido a todos” Martín Lutero. 1520

miércoles, 26 de mayo de 2010

Sobre el libro de Eclesiastés.

Eclesiastés significa hombre de asamblea, y se especula con que pudo ser el mismo rey Salomón quien lo escribiera en su vejez como un legado a su pueblo, y principalmente a los jóvenes, pero que supone un mensaje de sabiduría para toda la humanidad sin excepciones. Puesto que Salomón había pedido a Dios que le concediera Sabiduría en el ejercicio de su poder, y una consecuencia lógica es el deseo de propagación y difusión de esa sabiduría al resto de su pueblo.

En este libro el autor busca mediante su sabiduría y experiencia el sentido de la experiencia humana.

Contrasta las virtudes de la sabiduría con la necedad. Comprueba que existe la injusticia en la tierra y termina el libro aconsejando a obedecer a Dios.

En este texto vemos como en su primera parte de una sentencia inicial Ecle. 3:1, se desarrolla una serie de ellas que agrupadas suponen una explicación de la inicial Ecle. 3:2-8. utilizando una serie de antítesis que amplían la información que da la inicial.

En la segunda parte se hace una pregunta inicial que no espera respuesta, es sumamente retórica, ya que a continuación se nos da la respuesta en forma de una enumeración de descripciones acerca de lo que el hombre puede obtener de su trabajo y de lo que puede esperar de Dios. Siendo la respuesta a lo primero un fuerte pesimismo que enlaza con la muerte y lo que el hombre puede saber de ella y que supone una llamada a la renuncia, mientras que define con alegría y esperanza lo segundo.

domingo, 16 de mayo de 2010

Curioso.

No hay iglesia protestante que no autorice e incluso aconseje el que sus pastores sean casados. De hecho en muchas de ellas es una condición para ejercer el pastorado.

Por ello no me ha dejado de causar sorpresar el saber que la reina Isabel I de Inglaterra, que se proclamó como gobernadora suprema de la Iglesia de Inglaterra, y que por tanto protegió y auspició a todos los refugiados protestantes que llegaron a su país, era totalmente reacia y combativa con el hecho de que los clérigos se casaran.

De nada servía mostrarle los textos de Pablo y Hechos donde se muestra claramente que en los primeros tiempos de la iglesia los diáconos de la iglesia se podían casar sin problema. Ella se oponía totalmente.

Postura que debía desconocer Casiodoro de Reina, pues por casarse durante su estancia en la isla perdió la pensión real de 60 libras al año que le había concedido la reina. O tal vez no lo desconocía y pudo más la fe que el interés.

jueves, 6 de mayo de 2010

Misioneros.

En lingüística se sostiene que culto hablando no es el que utiliza un vocabulario culto en todo momento y circunstancia, sino el que en cada momento sabe utilizar un registro idiomático acorde con el interlocutor que tiene enfrente. Algo similar sucede con el misionero. Para convertir a alguien poco formado no hace falta que el misionero o creyente encargado de la predicación sea también poco formado. Más bien haría falta que fuera lo bastante formado, tal vez más que lo normal, para que fuera capaz de dirigirse a cada individuo con los argumentos, recursos y estrategias que requiera el interpelado y sea más efectivo.

Lo mismo sucedería con su afán por dejar en manos de los oriundos del país de misión la dirección de la iglesia. No hace falta que el misionero extranjero se bata prácticamente en retirada en cuanto vislumbre que la iglesia local está más o menos formada. Bastaría con que de un poco más de participación y control a los miembros de la iglesia. El creyente cristiano antes que fijarse en el color de la piel del pastor que le predica debería fijarse más bien en si el sermón que se le dirige es acorde con la Palabra y si los sacramentos le son administrados con la dignidad y corrección necesaria. Si el pastor es de recta doctrina, lo demás sobra.