Andaba Antoni Gaudi pidiendo dinero para poder proseguir con la construcción del templo de la Sagrada Familia.
Abordó a un conocido notoriamente adinerado y le pidió una ayuda, rogándole que hiciera un sacrificio.
El amigo no tuvo inconveniente en aflojar una suculenta cantidad que agradecido recibió el arquitecto, y añadió que lo hacía con mucho gusto y que aquello no era un sacrificio para él.
Gaudí respondió que entonces aumentara su donativo hasta que representara un sacrificio, pues la caridad a menudo no es caridad verdadera , sino vanidad.
martes, 25 de enero de 2011
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